The English version of this post—Caring for Our Common Home—was posted here on September 8, 2015. This Spanish translation is my own and may contain errors. I invite native speakers of the language to comment on my errors and to suggest corrections. Aquí está una traducción en español de Caring for Our Common Home. Por favor, hispanohablantes quienes leen mis traducciones me permitan saber mis errores y sugieran enmiendas.

En verano 2015, Papa Francisco publicó la encíclica Laudato Si’, una carta “Sobre Cuidados para Nuestra Común Casa.” Aunque una carta encíclica es definido como una carta de el papa a los obispos de la Iglesia Católica, dirigió ampliamente esta carta a “todas las personas que viven en este planeta.” Nuestra “hermana”—Madre Tierra—él escribe, “clama a nosotros porque del daño que hemos impuesto por nuestro irresponsable uso y abuso de los bienes que Dios ha dotado a ella.” Ponerlo francamente: “La Tierra, nuestra casa, empieza a parecer más y más como una pila de basura.”

Aspirantes presidentes en los Estados Unidos pueden debatir si o no climático cambio es real y usar el debate por una excusa para hacer nada. La carta de Papa Francisco es una lección en liderato. Nos recuerda que “un consenso cientifico muy sólido indica que actualmente estamos presenciado un calentamiento de el sistema climático.” Climático cambio, él advierte, “es un problema global con implicaciones graves: ambiental, social, económico, político y para la distribución de productos.” Él cree, “Es uno de los desafíos principales que enfrenta humanidad en nuestro día,” y él nos urge, “desarrollar políticas así que, en los próximos pocos años, la emisión de dióxido de carbono y otros gases altamente contaminantes se puede ser reducido drásticamente.

Habiendo reconocido la ciencia de climático cambio, la carta de El Papa expresa su preocupación para los pobres. Estos no son preocupaciones separadas, él nos dice. Cuidados para el ambiente debe ser juntado con cuidados para humanidad:

“El ambiente humano y el ambiente de naturaleza se deterioran juntos; nosotros no podemos combatir suficientemente degradación del ambiente a menos que ponemos atención a causas relacionadas a la degradación humana y social.”

Pero nuestra respuesta a “ambos el grito de la tierra y el grito de los pobres” ha sido débil. Nos parecemos poco dispuestos para abordar estos problemas o hasta reconocer la crisis.

“Como ocure frecuentamente en periodos de profundo crisis que requieren decisiónes atrevidas, estamos tentado a creer que lo que está ocuriendo no es totalmente claro. Superficialmente, aparte de algunos indicios obvios de polución y deterioración, cosas no parecen tan serias, y el planeta podría continuar como está por un rato. Esta actitud evasiva sirve como una licencia a seguir con nuestros actuales estilos de vida y modelos de producción y consumo. Esta es la manera en que seres humanos arreglan a alimentar sus autodestructivos vicios: tratando no verlos, tratando no reconocerlos, retrasando decisiones importantes y fingiendo que no pasará nada.”

Papa Francisco emfatiza que “todo está interconectado.” No podemos considerar naturaleza como algo separado de nosotros mismos. El ambiente no es un marco que nos rodea; es la relatión que existe “entre naturaleza y la sociedad que viva en ella.”

“No estamos enfrentado con dos crisis separadas, uno ambiental y la otra social, pero más con uno compleja crisis que es ambas social y ambiental. Estrategias por una solución demandan un enfoque integrado a combatiendo pobresa, restaurando dignidad a los excluidos, y a misma momento protegiendo naturaleza.”

La respuesta que es necesario requiere un nuevo modo de pensando. Requiere una “profunda conversación interna.” Leyes y regulaciones solas son insuficiente. Francisco nos dice: “para lograr significantes y perdurables efectos, la majoría de miembros de sociedad se deben ser motivado suficientemente a aceptarlos, y personalmente transformado para responder.” Así, la respuesta necesario a climático cambio no es una competencia de las políticas pero una transformación de corazones que alcanza a la dimensión espiritual.

“Hablamos de una actitud de la corazón, una que aborda vida con la serena atención, que está capable de ser completamente presente a alguien sin pensando en qué viene luego, que acepta cada momento como un don de Díos ser vivido al máximo.”

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